lunes, 23 de mayo de 2011

PRENSA: "!QUE DIFICIL ES SER ALCALDE!"




¡Qué difícil es ser alcalde!

Juanma Lamet, 21.05.2011

La sequía de las arcas ha sobrevolado la campaña electoral sin el ruido que merece. La construcción aporta un 88% menos que hace cuatro años. Es el gran problema local.

La campaña electoral llega a su recta final con el ruido atronador de la riña política. Pero el camino hacia el voto de castigo o de reafirmación ha ensordecido el resuello agonizante de las arcas locales. Y ha dejado un tanto de lado uno de los grandes problemas: la sangrante penuria económica que ha germinado del ocaso del ladrillo en los ayuntamientos –y también en las autonomías–. Mientras los candidatos prometen polideportivos y mejor sanidad –por ejemplo–, la caja está cada vez más cerca del vaciado total.

Se acabó el maná del urbanismo y la vivienda. La recaudación inmobiliaria se ha reducido a la mínima expresión. Dicho en cifras, si en el año 2007, el de las anteriores elecciones, los ayuntamientos ingresaron 14.264 millones de euros por el urbanismo y las obras, en 2010 sólo recaudaron 2.015 euros y en 2011 la previsión es menor aún, de 1.714 millones. 8 veces menos.

Es decir, de un año electoral a otro hay un 88% menos de ingresos, según un estudio del Instituto de Práctica Empresarial (IPE, la mayor escuela de negocios del sector inmobiliario de España) al que ha tenido acceso EXPANSIÓN. En el informe se desglosan los ingresos derivados del urbanismo, las obras y las compraventas. Estos últimos experimentarán un leve ascenso en 2011, según las previsiones del IPE. De esta forma, la recaudación inmobiliaria total –sumando ingresos de las CCAA y del Estado– subirá en 2011, desde 22.014 millones a 23.330. En concreto, un 6%, por el efecto de ese aumento esperado de las ventas.

Pero la recaudación de los ayuntamientos por IBI, aprovechamiento urbanístico lucrativo, ICIO, licencias, tasas de licencias, etcétera... sólo llegará los 1.714 millones (301 millones menos que en 2010). En los años de la burbuja, el presupuesto de los ayuntamientos se nutrió de los ingresos urbanísticos. “Alrededor del 50% de los ingresos provenía de atípicos del sector de la construcción”, apuntó Pere Brachfield, profesor del EAE Business School.

Se emborracharon de ladrillos y euros. “Esos ingresos no eran recurrentes u ordinarios: los ayuntamientos que pensaron eso se han encontrado con problemas”, advierte Julio Gil, socio director de Horizone Consulting Inmobiliario. “Pero pasará mucho tiempo hasta que tengan un nivel de ingresos así”, asegura. “Los ayuntamientos se han quedado sin recursos materiales incluso para montar desarrollos de viviendas protegidas a través de empresas públicas que habían constituido”, agrega.

Promesas

Pese a todo, los partidos prometen mucho en campaña. Por ejemplo, la propuesta estrella del PP afirma es destinar hasta el 50% del aprovechamiento del suelo de los nuevos desarrollos urbanísticos a la promoción de viviendas protegidas. Pero, eso sí, “teniendo en cuenta la situación de cada ayuntamiento”. Esa acotación lo cambia todo. El PSOE sigue empecinado en la rehabilitación, que los expertos califican de “aspirina” totalmente insuficiente para contrarrestar el resacón de la construcción residencial.

Izquierda Unida se vuelca en este aspecto, con una larga batería de medidas para facilitar el acceso a una vivienda. Destaca la oferta de fomentar la autoconstrucción “con una línea de subvención a fondo perdido”. Y coincide con CiU en una promesa que va a contrapelo: ambas formaciones prometen reducir el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) a las viviendas según el tamaño, o con familias numerosas.

Pero lo cierto es que la mayoría de los ayuntamientos no está para reducir el IBI, que es su principal vía de ingresos. Más bien al contrario, los asesores de los alcaldes aseguran que hay muchos consistorios que preparan ya las subidas del IBI. Gane quien gane en las urnas (ver este diario del 9 de mayo). No en vano, los meses posteriores a las elecciones –sobre todo, el año siguiente– son los más apropiados para acometer las medidas impopulares, ya que, evidentemente, causan un menor impacto sobre el voto que si se realizaran justo antes de los comicios.

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